martes, 3 de mayo de 2011

Clan Hierro

Hoy quiero presentarles un clan más del glorioso Imperio de Nihon. Más que un lema lo suyo es una filosofía de vida: "Algunos nos llaman herejes, otros nos llaman indignos, pero ellos no ven agonizar a su clan día tras día."

El clan del Hierro es a la vez nuevo y viejo, algo que no encaja muy bien en la sociedad imperial. En los tiempos de el Gran Éxodo, este clan no existía como tal, sin embargo si que existía una congregación de artesanos, tecnólogos e ingenieros que se esforzaba por conseguir que la tecnología que fabricaban fueran reconocidas como algo más que un simple trabajo manual. Denominaban artes a la forja del metal, a la electrónica y a la ingeniería en todas sus facetas. A pesar de todo, los clanes de samuráis los seguían viendo como lo que eran, una asociación de heimins, hombres libres que no pertenecían a la casta privilegiada, y como tal eran tratados en todos los aspectos.

Cuando se produjo la migración conocida como el Gran Éxodo, esta asociación de artesanos de la tecnología adquirió una tremenda importancia. Obras suyas eran las naves en las que los samuráis, la familia imperial y el resto de habitantes de Nihon surcarían las estrellas. Ellos los mantendrían con vida y les ayudarían a prosperar en una aventura incierta. Aquella congregación comenzó a tener clara por primera vez un carácter definitorio, una conciencia de clase.

Años después, establecidos ya en las primeras colonias, Tetsu Hanamoto alcanzó la comprensión de la IA y el clan nació. Siempre habían sido los sirvientes, los trabajadores, aquellos que arreglaban lo que los demás rompían, los que les proporcionaban comodidades con sus conocimientos de la tecnología, de la robótica, la ingeniería y la genética. Pero la IA les otorgó su mismo status, ahora eran un clan, tenían un ejército, y aunque seguían trabajando para ellos, aunque su actitud no cambió ni un ápice, los demás clanes los veían con una mezcla de envidia, temor y repugnancia.

Incluso cuando el Emperador les concedió la condición de la nobleza, se escucharon rumores en la sala. Los rumores se convirtieron pronto en desprecio evidente y luego en airada protesta.Pero nada de eso les importó porque sabían lo que debían hacer. Siguieron trabajando, muchos de ellos con más dedicación todavía, pues ahora sus obras no eran sólo meros instrumentos. Como samuráis, sus actos debían ser nobles y bellos y en ello se esforzaron.

La recién adquirida posición requería de otros quehaceres, tareas para las que no estában preparados al principio. El clan decidió atraer a todos aquellos samuráis sin señor, soldados y trabajadores que lo deseasen para llevar a cabo la difícil gesta de construir una gran casa. Muchos fueron los que se unieron a ellos atraídos por la tecnología que podían poner a su disposición. El avanzado armamento del que disponían era la envidia de los clanes más belicosos. Y sus factorías generaban tanta riqueza como las granjas biopónicas de los clanes más ricos.

La primera batalla no se hizo esperar más de diez años. El clan del Crisantemo y el del Cerezo se aliaron para arrebatarles el Sistema Kajari. Por aquel entonces disponían de pocas legiones pero bien entrenadas y excelentemente equipadas. Aún así, era imposible vencer en aquella batalla pese a la voluntad y fuerza de sus guerreros. Entonces Hanamoto surgió de nuevo para guiar al clan.

Desde el nacimiento de la IA, el invento de Hanamoto había estado perfeccionándose. La creación de esta nueva forma de inteligencia sufrió las restricciones de la timorata corte imperial. Las IA sólo tendrían la función de servir, eliminando toda posibilidad de ser ofensivas para el hombre tanto física como espiritualmente. El razonamiento de Hanamoto era de una sencillez y brillantez tal que todavía se escribe en kanjis en la entrada de las factorías. La servidumbre contiene una obligación y aquel que la acepta tiene todo el derecho a defenderla. Lo que venía a decir Hanamoto era que tanto los samuráis como las IA tenían la misma función, servir a sus señores, y por tanto ningún derecho podía negársele a quien cumpliera con su obligación. De esa manera comenzó la creación de los Tecnogaru, las dedicadas legiones de soldados robóticos poseedoras de una IA rudimentaria. Debido a la fuerte demanda inicial, producto de la guerra inminente, los primeros modelos fueron extremadamente sencillos muy alejados de lo que con el tiempo llegarían a ser los Jinkou, la perfección en el arte de la robótica.

Cuando las tropas del Crisantemo y el Cerezo llegaron al sistema Kajari, una pequeña flota de naves de guerra del clan del Hierro les esperaba. En un movimiento casi suicida, todas las naves se acercaron lo suficiente como para iniciar abordajes. Con Kajari Secundus de fondo, las legiones de Tecnogarus se abalanzaron sobre sus enemigos con la frialdad mortal que solo ellas pueden desplegar. Los restos del ejército enemigo se dispersaron por el espacio. Desde aquel día ningún clan volvió a tomarse a la ligera la soberanía de sus territorios.

Liberados de los resentimientos de los demás clanes, pudieron centrarse en aquello que les había dado la fama durante los años anteriores, la tecnología. Hoy por hoy el clan del Hierro puede asegurar con orgullo que es el clan más avanzado tecnológicamente de todos los que sirven al Emperador, convirtiéndose en una potencia a tener en cuanto en lo militar y en lo económico.

Sin embargo, el largo devenir de los siglos en el espacio y las inevitables batallas fronterizas han hecho pagar un alto precio a este clan. Lentamente aquellos samuráis que juraron servir el nombre de Tetsu han ido muriendo en sus camas o en el campo de batalla. Los científicos del clan comenzaron a desarrollar una nueva rama de la ciencia, la biotecnología, que permitiera a los samuráis vivir más tiempo, mantener sus capacidades en plenitud y sustituir los miembros y órganos que ya no funcionaban. Hoy día ya es complicado encontrar a un miembro de este clan completamente humano exceptuando a los pocos niños que nacen. A algunos les gusta pensar que tal es el precio que se ha de pagar por esa comprensión y brillantez con las máquinas, pero no dejan de ser tristes palabras de alivio.

lunes, 25 de abril de 2011

Clan Crisantemo



En el universo de Space Chambara la sociedad se ha congregado alrededor de diversos clanes, originados en un principio por la necesidad de especializarse en los campos que ayudarían al imperio a resurgir: militar, mercantil, cultura, tecnología,… Aunque muchos conservan el espíritu de sus inicios, con el tiempo han ido creando un lugar propio en la sociedad y expandiéndose en las facetas que antes no abarcaban.
Hoy quiero presentaros los orígenes del clan Crisantemo cuyo lema “Sereno como el cielo, inmóvil como la montaña.” refleja el cómo este clan ha querido conservar, no solo las tradiciones culturales, sino las leyes que han regido siempre el orden del Imperio.
El clan de Crisantemo ha sido siempre un lago de inmovilidad en mitad del caos, un refugio de la tradición en la vorágine de la modernidad. La creación del clan se establece en el mismo Gran Éxodo, cuando los colonizadores se asentaron en los primeros planetas, como en todos los viajes, era necesario imponer un destino. Pero no puede haber destino sino conocemos, al menos, el origen. Hacía donde se dirigía la humanidad era tan importante como de dónde venía y aquellos que compartían este punto de vista se reunieron alrededor de los viejos símbolos de identidad, y entre ellos la humanidad poseía un signo inequívoco de autoridad, de unidad frente a los enemigos y de honor. Se trataba del símbolo imperial del Crisantemo.
El uso de aquel símbolo fue tenido por una rebeldía cuando Amaterasu señaló a su Avatar y nuevo emperador. Los clanes, que pronto se reunieron alrededor de la nueva dinastía, veían un peligro en aquellos que mantenían los viejos postulados. Todos pensaron que el clan del Crisantemo no parecía dispuesto a que un miembro de una casa menor fuera nombrado Emperador. Pronto se les sacó del error. En los primeros tiempos del Nuevo Imperio nadie defendió con más valor ni más dedicación lo que estaba por forjarse que aquellos que reconocían el valor de lo forjado. Una espada vieja puede servir igual de bien a un nuevo señor, fue el lema del clan del Crisantemo en aquellos días.
Desde entonces, las fuerzas de este clan han crecido enormemente, tremendamente inquietos y profundamente inamovibles en sus ideas. Inciden en inculcar a sus miembros el valor del autosacrificio, el valor indomable, un honor exacerbado y el entrenamiento marcial más completo. Siempre habrá quien luche hasta el último aliento y el clan del Crisantemo se encarga de que sean los suyos quien lo hagan.
Al principio la tecnología fue menospreciada dentro del clan y sus bushi se armaban de la manera tradicional, todo esto cambio en la gran batalla de Kajari Secundus donde, aliados con el clan del Cerezo, se enfrentaron al clan del Hierro para prevenir contra la sobretecnificación de este clan y la ruptura de las tradiciones.
En aquella batalla se movilizaron tres de las seis ejércitos que poseían, cada uno de ellos con 200.000 unidades, contra lo que ellos pensaban que sería un ejército mucho menor. Nada más llegar al sistema Kajari, y sin esperar al Cerezo, el Crisantemo atacó, desembarcando todas sus tropas frente a la capital del Hierro. Así comenzaron el ataque, ignorantes de que sobre sus cabezas las naves Cerezo estaban siendo repelidas con facilidad sobrehumana. Al principio la batalla parecía ir a su favor, los bushi del Hierro retrocedían y se replegaban hasta la ciudad pero era una ilusión. De repente las puertas de la ciudad se abrieron de par en par y comenzaron a salir del interior una enorme cantidad de robots armados con potentes armas de energía, y aparentemente invulnerables ante sus ataques. Del frente empezaron a llegar informes de estas maquinas, aquellos “demonios”, como les llamaban, mataban a sus bushi a distancia con una puntería tan certera como el mejor de los arqueros, y cuando se acercaban valientemente a sus posiciones, desenvainaban unas katanas que brillaban con una tonalidad azulada y que atravesaban sus armaduras como si fueran papel, con una fuerza tal que podía matar a tres hombres de una sola estocada. Los ejércitos del Crisantemo fueron diezmados hasta quedar reducidos solo a unos miles de ellos, no tuvieron más opción que retirarse, no sin antes llevarse del campo de batalla varias muestras de la tecnología del enemigo.
Ya en la nave del joven daymio Kiku Osha, todo eran caras largas y decepcion. Los tres generales solicitaron cometer sepukku por su fallo y falta de previsión. El rostro del daimyo, que mientras le relataban los hechos estaba bajo, se alzó. Lagrimas brotaban de sus ojos. Los 25 samuráis presentes quedaron boquiabiertos, un silencio casi mortal tomo la sala.
- No. – la voz de Osha sonaba como de ultratumba – Vosotros no tenéis la culpa, la culpa es mía, por no saber llevar el clan hacia el futuro.
Sacando del obi su wakizashi se lo llevo al estomago pero cuando iba a clavárselo notó que unas manos le detenían. Al alzar la vista vio a los tres generales que estaban encima suyo, sin dejarle completar tal acto. Osha, en los primeros instantes, forcejeo con ellos e incluso los amenazó con desterrarlos del clan. Momentos después se calmó. Los miembros de las otras casas menores y sus cortesanos le convencieron de que quitarse la vida era otorgarles una segunda victoria a los Tetsu, y que si el moría seguramente su familia lo haría también ya que era el único heredero y, dada su juventud, no había tenido descendencia.
Después de esto hecho y de que Kiku Osha aceptara sus palabras, los tres generales se rajaron el estomago mientras gritaban alabanzas de gloria para el Crisantemo. Los representantes de las casas menores y los cortesanos que habían en la sala, al grito de ¡Larga vida a Osha! cometieron sepuku también ante el asombro de su señor. Emitiendo un desgarrador grito de rabia al ver lo que había ocurrido y golpeando sus ensangrentados puños contra el suelo de madera, concluyó la reunión que los historiadores con el tiempo pasaron a llamar la de los 25 Honores o del Renacimiento.
Tras el grito de Kiku Osha, los guardias entraron en la sala y se quedaron atónitos ante el espectáculo, ante ellos encontraron a 25 de sus representantes muertos y su daimyo ensangrentado de pies a cabeza, arrodillado en medio de la gran sala. Corrieron hacia él y le ayudaron a incorporarse. Después de que las manos le fueran sanadas, Kiku Osha decreto 25 semanas de luto en el clan, una por cada uno de los samuráis que había cometido seppuku por él, y la fecha de la reunión se convirtió en día de luto para el clan.
Aquella desgracia no fue en vano y Osha y el clan se rehicieron. Sus pocos técnicos empezaron a estudiar las armas y robots que se recolectaron en el campo de batalla. Las escuelas de arquería fueron transformadas en academias, donde se instruía en el manejo de armas de energía, a las pocas que mantuvieron las viejas costumbres se les dio permiso para irse con el clan del Cerezo. La producción de varios planetas fue dedicada a la industria de armas y los técnicos adaptaron la tecnología de los robots para crear las primeras servoarmaduras. Los ejércitos se hicieron más numerosos pero las unidades más pequeñas, sus naves pasaron de ser unas meras barcazas de transporte de tropas a ser las mejor preparadas para el combate. Finalmente nació el primer Amateratsu Maru, el buque insignia de la flota, y que ha mantenido ese nombre desde entonces.
Treinta años pasaron hasta que la supremacía en el campo de batalla del Hierro fue literalmente barrida. Un experimentado Osha dirigió personalmente el ataque en la batalla Asagahara. El clan del Hierro, que después de algunas victorias había tomado varios sistemas del Crisantemo, fue sorprendido por la utilización masiva de armas de fuego. Las tácticas que desarrollaron gracias a la mayor movilidad de los ejércitos, esta vez más pequeños y siendo comandados por sus propios generales, los avances en metalurgia que el Crisantemo había llevado a cabo, ya que crearon el triptenio, y la aparición de las legiones imperiales con sus servoarmaduras, hicieron que el crisantemo recuperara el terreno perdido y la guerra se recrudeció.
Fue una época de dolor para el imperio. Durante años ambos clanes lucharon sin cuartel y los planetas eran arrasados a su paso. Todo señalaba que aquello sería el fin, así que el emperador intervino proclamando una tregua forzosa y asignando la Luna de las Embajadas como su terreno neutral. No saldrían de allí hasta resolver sus problemas. Durante meses los jefes de los dos clanes deliberaron, negociaron, formalizaron pactos y los rompieron después. El resto de clanes se mantenían al margen, temiendo las represalias de cualquiera de los dos gigantes bélicos. Pero un día un enjuto monje del clan del Loto, con un extraño mechón plateado en su cabellera, pidió hablar con los dos líderes de clan. Los preparativos fueron impresionantes, alrededor del palacio de la reunión se aglomeraban las mejores unidades de cada clan, esperando una sola señal para romper la tregua. Y pasaron las horas. El nerviosismo crecía, en sus rostros se reflejaba el deseo de que aquello terminara ya. Todos habían perdido algún ser querido en aquella eterna guerra. Muchos no tenían un hogar al que regresar y aquellos que lo tenían sabían que no iban a encontrarlo igual que cuando partieron. Por eso cuando ambos daimyo aparecieron y el monje proclamó que habría paz, todos independientemente del clan al que pertenecieran gritaron de alegría al unísono. No les importaba el precio, ni a que acuerdos hubieran llegado sus líderes. La pesadilla había terminado.
Los planetas en disputa fueron repartidos equitativamente y las represalias prohibidas en cualquier forma. Durante siglos se decía que el aire se congelaba cuando un Kiku y un Tetsu entraban en la misma habitación, pero el tiempo es capaz de curar cualquier herida. Es difícil que algún día lleguen a ser aliados, pues su forma de pensar es diametralmente opuesta, aunque nadie querría estar en su camino si algún día el imperio se encuentra en peligro.

jueves, 14 de abril de 2011

Space Battleship Yamato

El Yamato surca el espacio hacia un destino incierto.
Cuando comenzamos con esta aventura, lo primero que hicimos fue buscar referencias visuales que sirvieran de apoyo a nuestras ideas.
No tardamos en encontrar algunas imágenes que pudieran ayudarnos a reflejar el mundo que queríamos evocar. En realidad fue más sencillo de lo que pensábamos en un primer momento.
Obviamente, al referirse la ambientación a la cultura japonesa, rebuscar entre mangas y animes 
fue una opción que contemplamos rápidamente. Y fue allí donde descubrimos esta serie de animación de la que se han realizado varias OVAs y hasta una reciente película de acción real.
Space Battleship Yamato es una serie de animación japonesa que comenzó a emitirse en 1974. Cuenta la historia de una humanidad en peligro de extinción en el año 2199, después de haber sido atacada por el planeta Gamilus con asteroides radioactivos. 
En mitad de esta situación, la humanidad descubre una esperanza, un arma que puede hacerles vencer en su lucha. El Acorazado Yamato es lanzado a surcar el espacio en busca de ese arma y en ese momento comienzan sus aventuras.
El Yamato recibe ese nombre en homenaje al barco acorazado de la Segunda Guerra Mundial, de cuyos restos surgió esta nave espacial. El Yamato uno de los mejores buques de guerra dentro de su categoría y el mayor que poseía la armada japonesa, que fue enviado a una misión suicida en las postrimerías de la guerra.
La serie tuvo hasta tres versiones y se han realizado varias OVAs (lamentablemente excepto la más reciente es imposible encontrarlas en español). La importancia de la serie radica en que cambió los esquemas de realización y sirvió para influir a cientos de series de ciencia-ficción japonesas posteriores.
Los planos del Yamato. Toda una fuente de inspiración.
El diseño del Yamato nos pareció interesante desde el principio puesto que unía el aspecto de nave espacial con el de crucero de combate de la 2ª Guerra Mundial, que era precisamente la imagen que teníamos pensada para las grandes naves de nuestro juego.
El diseño de los vestuarios también nos influyo mucho, mezclando trajes futuristas con los uniformes de la armada imperial japonesa. 
Por tanto se convirtió rápidamente en una referencia a tener en cuenta. Esperamos que a vosotros os resulte igualmente interesante.




domingo, 10 de abril de 2011

El origen

¿Buscas el origen? Es sabio conocer la senda de tus antepasados para poder honrar así mejor su memoria, pero temo que solo los kamis conocen realmente el origen del imperio. Los holoregistros hablan de un planeta tan fecundo que era capaz de albergar a todos los clanes conocidos y a muchos otros que la eternidad ha acogido en su seno. Fue una era de prosperidad, con épocas de paz capaces de hacer surgir bellas obras de arte en todas las materias, y épocas de guerra donde grandes héroes se alzaron para gloria del emperador.



El honor guiaba los pasos de todas y cada una de las criaturas, el equilibrio divino brillaba en su apogeo, incluso cuando nuevas razas fueron conducidas a nuestro planeta por los benévolos kami todos supieron ocupar su lugar en la jerarquía celestial. Pero la oscuridad también supo leer las señales que los kami dejaban a las razas alienígenas para encontrar nuestro mundo… Y aquello fue el inicio del fin. 

La guerra fue inevitable. La destrucción tan solo un paso más. Los kami brillaban sobre un cielo cubierto por el humo de las bombas, llorando por sus hijos, lamentando no poseer la suficiente sutileza en sus poderosos brazos para ayudar sin dañar a los suyos, pero si no actuaban pronto no quedaría nada que salvar. Con un rugido de dolor por los gritos de muerte que escuchaba, la diosa Amateratsu voló hacia la estrella más cercana y de su ardiente corazón sacó la lanza de los cielos con la que su padre había creado el mundo, Osanowo se unió a ella al instante invocando todo el poder de las tormentas, la oscuridad se retiró momentáneamente ante la impresionante visión de ambos hermanos prestos para la batalla, el universo entero contuvo el aliento ante lo que parecía iba a ser la batalla definitiva. Pero Amateratsu sabía bien que poder se ocultaba tras la oscuridad: la esposa de su padre, la mítica Izanagi. Si iniciaban la lucha quizás ganarían, pero destruirían todo en el proceso. 

Aprovechando el momento de duda de la oscuridad, Amateratsu se lanzó sobre el planeta entregando su energía vital sobre toda nave capaz de albergar a sus hijos, Osanowo, llorando por el sacrificio de su hermana reprimió su deseo de batalla recogiendo a todo ser que siguiera vivo con sus poderosos vientos, el grito de ira de Izanagi resonó por el frío espacio, las naves estaban listas para partir pero un ejército les esperaba para destruirles. Osanowo tomó la lanza de los cielos de los agotados brazos de su hermana y, encarándose hacia la oscuridad emitió una gélida sonrisa que hizo estallar la primera línea del frente, conforme las naves se alejaban a salvo, el dios de las tormentas liberaba su poder sin concesiones, ni piedad. Nadie conoce que sucedió al final, nadie sabe si los hermanos sobrevivieron, pero cuentan los viejos registros del éxodo que una supernova explotó donde antes estaba su hogar, quizás fue el último sacrificio de Amateratsu, quizás fue la verdadera demostración de su poder y aún sigue viva, frenando el avance de Izanagi con la ayuda de su incansable hermano Osanowo. Lo único seguro es que los kami cantan cada siglo una extraña y triste canción el día en el que el éxodo se inició.

¿Qué es Space Chambara?

Space Chambara es el resultado de una pregunta, de una inquietud de un grupo de amigos. ¿Porqué no unir la cultura y mitología japonesa con el space opera? Lo que al principio parecía una idea original nos dimos cuenta de que no lo era tanto. Buscando referencias de algún tipo encontramos algunos animes e ilustraciones que ya trataban el tema. Lo que era una idea un poco absurda al principio se convirtió en un proyecto y en unas cuantas conversaciones teníamos las líneas generales para un juego de rol.



Space Chambara bebe de diversas fuentes pero nuestra intención es clara, hacer una mezcla entre el género de la Opera Espacial y el Chambara (las películas de espadachines japonesas). Fusionando estos dos elementos pretendemos crear un juego divertido, fácil de jugar y que pueda proveer muchas tardes de entretenimiento a todos aquellos que se aventuren a descubrirlo. Si te resulta difícil imaginar la mezcla piensa en algo entre Star Wars y Los Siete Samuráis. Interesante, verdad.

Pero no pretendemos que el juego tenga sólo una vertiente de acción y aventuras. La política, las intrigas cortesanas y las ambiciones de los clanes también están presentes. Nuestra intención es que las rivalidades entre facciones, las guerras secretas, el asesinato y la traición sean tan comunes como los duelos y los combates de naves espaciales.
Space Chambara posee un sistema de juego y combate pensado para dar una dimensión más táctica, rápida y trepidante a las escenas y el combate, con letales maniobras y estrategias que convierten los enfrentamientos con el enemigo en duelos de habilidad y táctica, con tajos, maniobras, saltos a un lado, etc., resolviendo esas situaciones que tienden a hacerse tediosas en multitud de sistemas de juego en una escena que se describe automáticamente conforme se desarrolla y con una concepción visual muy cercana al cine de acción y aventura, tratando a la vez, en la medida de lo posible, de mantener suficiente profundidad sin agobiar ni ralentizar la narración.

Debido a las características particulares de Space Chambara, las aventuras serán habitualmente una combinación juego narrativo y social y escenas o episodios de acción, de desarrollo veloz. El equilibrio entre ambas partes o el decantamiento por una u otra faceta es algo que queda a discreción del gusto del Maestro de Juego (MJ) y su grupo de jugadores.